Evaluar, según Alicia Camillioni, quiere decir ponderar, tomar el peso. El docente no debe olvidarse que, cuando evalúa está emitiendo un juicio de valor sobre un trabajo que realizó un alumno, una persona determinada. No se puede evaluar por el tamaño de la carpeta, sino considerando que detrás de ese papel hay
una persona y que el juicio de valor lo esta realizando sobre lo que está
en el papel no sobre la persona.
La evaluación puede ser, una función docente o una función
del alumno, en este caso puede ser auto evaluación o evaluación del docente. Por lo tanto hay que buscar instrumentos de evaluación que sean lo más fiables posibles.Todo evaluador debe tener una lista de control de lo que va a
evaluar.
Haciendo Historia...
En 1950 hablamos pruebas/exámenes “tradicionales”. El alumno
escribe lo que sabe o cree que sabe, pero nadie anuncia lo que no sabe. Frente
a esto hay que hacer una lista de control de contenidos, donde se pone que es
lo mínimo que tienen que saber. Se puede llegar a dudar de las propias
percepciones frente al mismo error de los alumnos.
Junto con la renovación curricular, en 1960 se inventaron las
llamadas pruebas objetivas. Estas son de selección múltiple, de responder si o
no, de unir con flechas, etc. La mayor parte de los evaluados queda en la
media, fluctuando entre un ocho y un cinco. Nadie saca diez y nadie saca 1 o 2.
Lo que tiene de objetiva es que la pregunta tiene una respuesta, si es que el
que hiso la prueba hiso la pregunta bien. Influye en factor suerte. La ventaja
para el profesor es que se corrige rápido.
Las evaluaciones tienen como finalidad averiguar lo que el
alumno sabe, no lo que ignora. O como dice Eisner, ayudarle al alumno a ver lo
que todavía no vio.
En la década 80 o 90, aparecieron las evaluaciones
alternativas, que le permiten al alumno de una manera objetiva, mostrar lo que
saber, pero la característica principal de estas, es mostrar la representación mental que él
tiene de ese tema que se está tratando. Para poder conseguir esto, debe ser
continua y tener un cierre. Una de las técnicas de evaluación alternativa es el
porfolio, como por ejemplo el blog que un porfolio digital. Combina el ir
aprendiendo de apoco, con mejorar lo que no se hiso bien, pudiendo hacer un
cierre acorde a las posibilidades que la persona tiene. La rúbrica es el
instrumento de la evaluación alternativa para ponderar el trabajo de la
persona, pero no es en sí una técnica de evaluación.
Les dejo un pequeño resumen sobre la evaluación en el libro LA
EVALUACIÓN DE LOS APRENDIZAJES EN EL DEBATE DIDÁCTICO CONTEMPORÁNEO de Alicia
R. W. de Camilloni,Susana Celman, Edith Litwin y M. del Carmen Palou de Maté
CONFIABILIDAD
Se dice que un instrumento de
evaluación es confiable cuando une exactitud en la medición y sensibilidad para
la apreciación de la presencia y las diferencias de magnitud de los rasgos que
mide.
Para que los resultados
obtenidos mediante la administración de un instrumento de evaluación puedan ser
considerados dignos de confianza, deben ser estables, permaneciendo semejantes
en todas las ocasiones en que se administre ese instrumento u otro similar. Si,
por ejemplo, se administra una prueba o se emplea algún otro tipo de
instrumento de evaluación y se obtienen ciertos resultados, el instrumento es
confiable si, unas semanas después, administrado nuevamente se obtienen
resultados similares. Esa constancia de los resultados demostraría, primero,
que el papel del azar es muy pequeño y no distorsiona de modo significativo los
resultados obtenidos. Y, además, que la administración del instrumento ha
podido dejar de lado la influencia de factores transitorios que no deberían
tener relevancia en la consideración de los resultados del aprendizaje que se
quieren evaluar.
PRACTICIDAD
Además de las características
mencionadas -validez y confiabilidad- hay que considerar una tercera, de mucha
importancia en los programas de evaluación.
La practicidad de un programa
o un instrumento resulta de la conjunción de tres aspectos: su
administrabilidad, la facilidad de análisis e interpretación de sus resultados
y elaboración de conclusiones y, por último, de la evaluación de la economía de
tiempo, esfuerzo y costo de su utilización.
La administrabilidad de un
programa o un instrumento es un producto de varias características:
1. el tiempo de trabajo de
los docentes que insume su diseño y construcción;
2. el tiempo que exige su
puesta en práctica;
3. la claridad de la/las
consigna/s, es decir, de las directivas que se dan a los estudiantes;
4. los materiales, equipos y
lugares especiales necesarios para su administración;
5. la cantidad y preparación
de las personas indispensables para la administración, cómputo, análisis
e interpretación de los
resultados y elaboración de las evaluaciones.
UTILIDAD
Íntimamente asociada a las
otras tres características que mencionamos -validez, confiabilidad y
practicidad-, la utilidad de una prueba resulta de su capacidad para satisfacer
las necesidades específicas relacionadas con los procesos de enseñanza y
aprendizaje. Si los resultados de la evaluación no son útiles para la
orientación de los alumnos, del docente, de la escuela como institución, de los
padres de los alumnos, de los sectores interesados en la calidad de la
educación, poco importa que, en un marco restringido, el programa y cada instrumento
sean confiables y prácticos. En lo que respecta a la validez, ya hemos dicho
que es relativa a los criterios y, tratándose de públicos diferentes, dichos
criterios pueden ser heterogéneos. Para que la evaluación sea útil, la validez
para alguno o algunos de esos públicos es indispensable. La pregunta esencial
en el diseño de un programa de evaluación es, por lo tanto, ¿qué usos se les
dará a los resultados obtenidos? Son los implicados en los procesos de
evaluación quienes deben dar las respuestas.